Con la llegada del mes de Mayo nada más apropiado en esta nueva entrada que hablemos de una tradición muy popular en el mundo rural, llamada «Los Mayos» . Una fiesta ancestral vinculada a la llegada de la primavera. Muchos de nosotros solo hemos oído hablar de ella a nuestros mayores, porque esta fiesta cayó en declive en Arbeteta a partir de los años 50. Esperamos que sea de vuestro agrado.
A modo ilustrativo El mayo, según el diccionario de la RAE en su octava edición (1.837), es “el árbol o palo alto adornado de cintas, frutas y otras cosas que se pone en los pueblos en algún lugar público, adonde durante el mes de mayo concurren los mozos y mozas a divertirse con bailes y festejos”. En toda la península y Europa es una fiesta muy extendida, denominada Maypole en el Reino Unido, y Maibaum en Alemania, con ligeras variantes que desaparecen en la noche de los tiempos.
En Arbeteta no tenemos noticia de la plantación del mayo, pero sí de su festividad. A la hora de indagar en un posible origen surgen opiniones para todos los gustos. La mayoría vincula su celebración con teorías mágicas de épocas prehistóricas. También hay quienes lo asocian con la religiosidad de los pueblos celtas. Otros defienden una procedencia de las antiguas civilizaciones, fenicias y griegas, que adoraban a sus divinidades y lo que estas significaban en su devenir vital. Se cree que la tradición pasó a la civilización romana con la adoración de Maya, la diosa de la fertilidad y, de hecho, el mes de mayo toma su nombre en honor a ella en la mayoría de idiomas.
Los Mayos fueron un claro ejemplo de transformación de las fiestas paganas convirtiéndolas con el cristianismo en celebraciones religiosas , en este caso en honor a la Virgen María.
Abajo os presentamos los mayos dedicados a la Virgen que nos legó nuestro paisano Jenaro Alonso en los primeros años del siglo XX . Cuando envió los versos al periódico era un mozo de corta edad.
MAYOS DE LA VIRGEN escritos por JENARO ALONSO 24 de mayo de 1903
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Para que todos conozcamos a este mocito que con tan corta edad era tan devoto de la virgen os diremos que se llamaba Jenaro Alonso y había nacido en Arbeteta a finales del siglo XIX, la fecha no la sabemos con exactitud, lo que si sabemos es que era de profesión zapatero . En otra época se le hubiera denominado “maestro de obra prima”, pero en la actualidad simplemente sería zapatero remendón. Era cojo por un accidente de juventud, pero no esto no le impidió ir a segar en ocasiones para Pedro Alonso Martínez el “tío Periquillo”, y lo hacía con soltura y habilidad, a pesar de su tara física. Se mantenía con su trabajo y con la ayuda de un pequeño huerto. Eran tiempos difíciles.
Trabajaba en el portal de su casa donde en invierno tenía una estufa, y como es de suponer, no le faltaría compañía para conversar y para calentarse. Según testigos que le conocieron era “un hombre de fiar”, lo que dice mucho de nuestro bardo.
Arreglaba zapatos y sandalias con maestría, que no eran tiempos de tirar. Al terminar la guerra civil como abundaban los neumáticos con habilidad los reciclaba y los convertía en abarcas.
Estuvo casado dos veces: de la primera mujer desconocemos el nombre, se apellidaba Fernández (hermana del “tío Molinero”). Con ella tuvo cuatro hijos: Florencia (+- 1916), Jesús (+- 1917), Mariano (+- 1919) y Teodora (+- 1920). Los años de nacimiento son aproximados. Enviudó y se casó con Victoria López de “los Gallinas”, hermana de Quiterio. Con ella tuvo una hija, Valentina (+-1930), que murió siendo moza. Los hijos parece que emigraron a Barcelona.
En Arbeteta la organización de la fiesta de Los Mayos, desde tiempos inmemoriales la hacían los mozos (a los 15 años se pagaban 2 reales para poder entrar a pertenecer a la comunidad de mozos), encabezados por el alcalde y los alguaciles, cada año nombraban un presidente y un secretario, que serían los encargados de dirigir el festejo.
La fiesta comenzaba el 30 de abril al anochecer, todo el pueblo iba a la iglesia y cantaban los mayos a la Virgen con gran devoción , cuando se terminaba en la iglesia, el alcalde y alguaciles de mozos, encabezando la rondalla, a la que acudía tradicionalmente el Tío Bruno con su laúd, y algunos mozos con guitarras, comenzaban la ronda casa por casa, deteniéndose en todas las que había mozas solteras, incluidas las niñas pequeñas. Se les cantaban los mayos una a una, y de la cabeza a los pies.
Cuando terminaba el mayo de cada moza se procedía a la subasta en cuartillos , convertibles en dinero. Había sobrepuja con el objeto de que el interesado tuviera que pagar más, especialmente los novios. Había casas en que había varias mozas y se seguía igualmente el mismo proceder. A las niñas pequeñas se las quedaban sus familiares más allegados. A la ronda y acompañamiento sacaban las madres las tradicionales hojuelas , que habían hecho para la ocasión.
Al día siguiente el 1 de mayo, si el tiempo lo permitía, los mozos se subían a los muros del castillo, las mozas se ponían en El Picazo y a pesar de la distancia y el peligro los mozos volvían a cantar los mayos a las mozas y así terminaba la subasta.
Con el dinero obtenido los mozos , con el presidente y el secretario compraban unos cabritos y hacían una comida, generalmente en casa de la Tía Quila, y siempre amenizado por la rondalla. Por la tarde se hacía el baile en el salón de la Tía Quila, o de la Tía Chirina (Inés García Alonso). Cada moza bailaba con el mozo que le había tocado, y al que tenía derecho por el pago efectuado. Con el baile se concluía la fiesta por ese día.
El día 2 se continuaba la fiesta con el laúd del Tío Bruno y sus compañeros guitarristas, a los que se les pagaba y se les daba de comer. Ese día se gastaban los restos de lo sacado para la fiesta.
El día 3, fiesta de la Cruz, se procedía a la bendición de los campos, dándose por concluidos los días de fiesta. La gente volvía a sus tareas diarias esperando con nostalgia el regreso de la fiesta del próximo año.